El Puente Viejo

El puente que da acceso a la población, salvando el Alcanadre, tuvo siempre personalidad propia. De origen romano, ha tenido históricamente una identidad sagrada (pontifex); los árabes también continuarían con esta faceta de promesas, destinadas para su reconstrucción; durante la época medieval existieron cofradías y fraternidades de monjes constructores de puentes. El de Ballobar conservó hasta finales del siglo XIX una capilla pequeña a su salida.

El puente fue reconstruido en los alrededores del año 1300. Por sus muros aparecen algunas piedras que soportaban un antiguo puente romano y que se aprovecharon para la nueva construcción. Se realizó con amplias arcadas que demuestran que el cauce y caudal de agua que originariamente tuvo a su paso el Alcanadre.

Este puente fue propio del rey y entregado en feudo a los señores de Ballobar. Para su cuidado existió una cofradía que tenía por misión recaudar el “pontático o pontazgo” y efectuar la reparación del puente. El paso por el mismo era un servicio que se cobraba, constituyendo una buena fuente de ingresos. A su entrada tenía un puesto de cobrador o pontonero, con el fin de recaudar el derecho de pontazgo por el tránsito de caballerías, ganados carruajes, etc.

Con el paso del tiempo, este puente ha sufrido situaciones que lo han deteriorado. En 1314, tanto este paso, como el de Pertusa, quedaron muy perjudicados a causa de una gran riada. Para su reconstrucción, el rey impuso un “pontático especial”, es decir, un impuesto de paso durante diez años.

Con la guerra de 1642 sufrió importantes rupturas; la restauración fue rápida, y para afianzar su estructura, se le añadieron contrafuertes circulares.

El 28 de octubre de 1879, la avenida del río alcanzó casi cinco metros de altura sobre su nivel habitual, arrastrando extensas tierras de labor ribereñas, desde Sariñena a Ballobar.
El Puente Viejo sobre el río Alcanadre es parte del GR261 que recorre la comarca.