Siega

Se madrugaba mucho, y con la campaneta de San Juan dirigía la vida local, ésta volteaba al despuntar el alba, en verano a las dos, con el fin de dar salida a los carros para el acarreo de las mieses recogidas en el monte o en la huerta.

Durante la larga jornada el yantar consistía en “echar el ajo”, que era comerse unas pastas o un trozo de jamón y una copa de anís o de vino, “echar las diez”, que consistía en comerse unas aceitunas verdes con jamón y un trago de vino, comida ordinaria y merienda a base de jamón, costilla, ensalada, vino abundante.

Durante la siega, una mujer o sirvienta atendía el cocinar en el monte. Solía beberse el agua de las balsas.

El acarreo era largo, trabajoso, con distancia de tres y cuatro horas hasta las eras del pueblo, el mozo de mulas o el de cuadra estaba todo el verano a tiro, acarreando por largos y polvorientos caminos.